EL VIÑEDO

A unos 200 km al sur de Santiago de Chile, en el Valle de Colchagua – que se extiende desde el pie de los Andes hasta el Océano Pacífico - después de una larga búsqueda, el suizo Daniel Wiederkehr encontró el lugar perfecto para su sueño de poseer su propia viña: una pequeña joya de seis hectáreas con parras de Cabernet Sauvignon en pie franco de más de 70 años, donde con mucho cariño produce sus vinos. El nombre: Viña Nahuel – llamado así por el puma andino en el idioma de los indios mapuches, los nativos de Chile.

LA REGION

El Valle de Colchagua, sede de muchas bodegas de renombre mundial, se abre hacia el Océano Pacífico, cuya brisa, al término de la tarde, desvanece los días calurosos de verano y ofrece noches agradablemente frescas. Cubre aproximadamente 120 km de longitud y promedio 30 km de ancho. Al este limita con la cadena andina, que tiene hasta 5.000 m de altura. El pequeño y acogedor pueblo de Santa Cruz con sus 30.000 habitantes es el centro de esta región, que está orientada en gran medida hacia la viticultura.

La historia

"Tras el éxito de las ya famosas viñas colchagüinas, un puñado de pequeños productores comienza a hacer vinos a su pinta. Y algunos son deliciosos. Este es un nuevo aire para un valle que ya ofrece algunos de los mejores vinos en Chile. Como tampoco había probado algo parecido a lo que hace el suizo Daniel Wiederkehr, que llego para trabajar como enólogo a la Viña Carmen en 2001 y, diez años más tarde comenzó a hacer Cabernet Sauvignon para su proyecto familiar Viña Nahuel, de un viñedo plantado en 1942. De esas viejas parras obtienen un Cabernet delicioso, atípico en su acidez, vibrante en sus sabores."(Patricia Tapia en EL MERCURIO 2016)

NUESTRA FILOSOFIA

Daniel Wiederkehr sigue resueltamente los principios de la viticultura orgánica, trabaja de acuerdo con el ciclo lunar y produce su propio fertilizante hecho de los residuos de la vinificación (orujo) y el guano de oveja. La mayor parte del trabajo se realiza a mano, todo en armonía con la naturaleza, desde la uva hasta el vino en la copa. La producción orgánica en Chile, por cierto, es mucho más fácil que, por ejemplo, en Europa, ya que las fronteras de los Andes y el Océano Pacífico han evitado con éxito la entrada en el país de enfermedades y plagas como la temida filoxera.
En el mercado chileno, en gran parte anónimo, estos vinos honestos son verdaderas rarezas, gracias a su método de producción a pequeña escala, artesanal y verdaderamente original.